Los árabes supieron aprovechar al máximo los recursos que ofrecía el Segura, estableciendo una extensa red de canalizaciones que llevaban el agua a todos los campos de cultivo en su cuenca. Norias, molinos, puentes y otras construcciones inundaron desde la Edad Media el paisaje permitiendo el florecimiento de la agricultura.

Nos encontramos aquí ante el complejo hidráulico que forma parte del sistema de aprovechamiento del Segura en su tramo final. El conjunto lo compone el Molino de San Antonio, un molino harinero de tracción hidráulica y un azud, ligados ambos histórica y estructuralmente.

Al construir una pequeña presa o azud en el rio, se asegura un caudal de agua mínimo para accionar el molino de San Antonio.

Si nos acercamos al río Segura se puede observar unos conductos o saetillos. Estos están hoy obstruidos por el barro, pero cruzan por debajo del molino en su eje sur-norte. Por estos conductos es por donde accedía con fuerza el agua, y a su paso movía una rueda horizontal o rodezno, que al girar generaría la energía suficiente para moler grano en la planta baja del edificio. Es posible que este sistema funcionase también para generar electricidad a principios del siglo XX.

Su primitiva construcción data del siglo XIV, con posteriores remodelaciones en el siglo XVIII y principios del siglo XX, hasta su actual configuración neo-árabe.